lunes, 22 de junio de 2015

Edgardo Pezzettoni

Tiene síndrome de Down, vive solo y viaja a EE.UU. a contar su historia

Ejemplo de superación.A los 48 años, Edgardo Pezzettoni le gana a las dificultades. Trabaja, hace teatro, natación y es pura alegría. 

“A mi ya me conoce medio mundo”, dice a Clarín Edgardo Pezzettoni, de 48 años. Desde el próximo jueves, lo conocerán muchos más: fue invitado a dar la conferencia inaugural del congreso sobre el síndrome de Down en la ciudad de Phoenix, en los Estados Unidos. Contará su propia vida que lleva adelante con trabajo, arte, mucha independencia y sociabilidad.
Edgardo es pura alegría. Cuando era chico fue a dos escuelas para personas con discapacidad. “De chiquito hacía travesuras”, recuerda y se ríe. A los 18 años fue a la Escuela de Educación Especial y Formación Laboral Nº 21 “Rosario Vera Peñaloza” para aprender oficios y fue abanderado. Empezó a trabajar en una fábrica de pastas, y luego pasó a ser empleado de Mercedes Benz, donde trabaja hace 20 años atendiendo el comedor.
Siempre vivió con sus padres, pero ellos fallecieron y hace cinco se quedó viviendo solo. Pero tiene a su hermana a 3 cuadras. “Somos una familia chica. Edgardo es independiente y puede estar solo en su casa”, cuenta la hermana Georgina, que publicó el libro “Mi hermano y yo” para compartir sus experiencias con otros y que estará también en la conferencia en los Estados Unidos, organizada por la Asociación Nacional de Síndrome de Down, creada en 1973.
La vida de Edgardo es muy activa. De lunes a viernes, se levanta a las 4 de la mañana y sale de su casa del barrio de Belgrano para tomar el micro que lo lleva a su trabajo, en el Conurbano. “Me gusta lo que hago y tengo amigos”, cuenta Edgardo. A la tarde regresa a su casa y una señora lo ayuda con la limpieza. Después se arregla solo. Durante los fines de semana, viene la diversión. Toma clases de teatro y va al club para hacer gimnasia, natación, y estar con sus amigos. “Mi mamá me enseñó a viajar solo”, aclara.
“Yo puedo hacer de cura, de ladrón, de mamá Cora, de todo”, aclara Edgardo sobre los papeles que adopta en sus clases de teatro.   Aunque quiere alcanzar otra meta: “Mi sueño es ser cantante”. Admira a Luis Miguel y al dúo Pimpinela. “Yo quiero cantar con mi hermana Georgi también. ¿Me hacés pata para que cante conmigo?”, pide a esta periodista.
Cuando Edgardo nació, al padre le costó aceptar que su hijo tenía síndrome de Down. Pero la familia siguió adelante. “Edgardo es un amor. Siempre es positivo. Nunca se deprimió por la muerte de nuestra madre. Se puso triste, pero supo que la vida seguía y se adaptó a vivir solo”, comenta la hermana.
Además, demostró sus buenos valores al trabajar y se adaptó a jefes y compañeros. Los dos hermanos ya han dado varias charlas sobre sus experiencias. Inspiran mucho a papás con bebés con síndrome de Down. Con su historia, calman ansiedades y abren esperanzas porque uno de los temores de esos padres es qué pasará con sus hijos una vez que ellos ya no estén.
“Como hermana, yo siempre aclaro que no me dejaron un manual. Por el contrario, con Edgardo lo vamos escribiendo cada día”, dice la hermana, mientras le enseña algunas palabras en inglés. El quiere saludar en ese idioma a quienes conocerá en Estados Unidos.